Una de las cosas más poderosas que he aprendido es que tengo la capacidad de ser quien dirige mi vida

en todos sus aspectos.

Quizá estés pensando que hay situaciones que no puedo controlar, y tienes razón,

pero ese tampoco es mi interés.

Porque no se trata de controlar lo que sucede y que, de repente, dejen de pasarnos cosas dolorosas o estresantes. De lo que si se trata es de saber manejar la forma en la que reaccionamos a estas experiencias.

Verás, las emociones están presentes en cada momento de la vida, no existe forma posible de desprendernos de ellas porque son una parte esencial de nuestra experiencia humana. 

Las emociones son nuestra guía, son nuestro cuerpo diciéndonos qué se siente para nosotras cada situación.

Sin ellas estaríamos perdidas.

El gran problema es que nunca hemos aprendido a comprenderlas, solo hemos aprendido a rechazarlas y al hacerlo,

lo único que estamos consiguiendo es perpetuar esas sensaciones que no nos gustan en nuestros cuerpos.

Hacer como que tus emociones no están ahí desata una cadena de compuestos bioquímicos en tu cuerpo que te intoxican,

porque la tensión que genera a tu cuerpo no poder expresarse y no ser escuchado

le hace producir cortisol por montones.

El cortisol es una hormona que se segrega cuando estamos atravesando situaciones de alto impacto, estrés y agobio y sólo debe estar en nuestro cuerpo mientras pasa esa situación. Un cuerpo que ha aprendido a regularse, volverá a la normalidad de forma rápida y tranquila; uno que no sepa hacerlo, mantendrá esos niveles de cortisol elevados de manera perpetua, causando muchos daños en el proceso.

Amor, la forma en la que te estás sintiendo tiene un motivo, es tu cuerpo indicándose que la forma en la que estás experimentando la realidad no es la que tu necesitas, que el camino que estás recorriendo no es el adecuado para ti y que las decisiones que estás tomando no son las correctas.

Nuestro cuerpo nos habla, constantemente. Las emociones son una de las formas que tiene para hacerlo. Cuando perpetúas emociones en tu cuerpo, estas se convierten en sentimientos y esos sentimientos se quedan tanto tiempo con nosotras que, al final, comenzamos a identificarnos con ellos y nos convertimos en ese sentir. 

 

“Yo TENGO muy mal caracter”

“Es que SOY depresiva”

“SOY muy vergonzosa”

“SOY miedosa”

 

Tu no eres tus emociones y tampoco eres tus sentimientos, pero ya han estado tanto tiempo contigo, tomando las riendas de tu vida, que no sabes como ser sin ellos.